Podemos definir el el bullying o acoso como la agresión para ejercer poder sobre otra persona. Concretamente, los investigadores lo han definido como una serie de amenazas hostiles, físicas o verbales que se repiten, angustiando a la víctima y estableciendo un desequilibrio de poder entre ella y su acosador.
Para que se lo considere acoso, el comportamiento debe ser agresivo e incluir:
El acoso puede desarrollar diferentes formas:
Los elementos que intervienen en el acoso escolar son el acosador, la víctima y los observadores. El acosador pretende obtener un rédito, un beneficio de este comportamiento – popularidad, poder, etc -, y no cesa en su cometido si no tiene ninguna sanción.
Los observadores pasivos, legitiman el acoso. Algunos pueden participar en el mismo como colaboradores y otros sencillamente observan el proceso sin intervenir. La víctima generalmente sufre en silencio y en soledad, no habla del problema, por miedo a la venganza, por vergüenza, por no saber a dónde o a quién acudir.
El acoso puede producirse durante el horario escolar o después de éste y las agresiones se manifiestan en los lugares donde no hay adultos, como el recreo, comedor, pasillos, baños, entre otros, y se suelen realizar sobre niños o niñas concretos, nunca a un grupo. Sin embargo, el agresor sí puede actuar en solitario o en grupo.
Las agresiones en grupo, con la vuelta presencial escalonada a los centros educativos, se elevaron y, asimismo, debido a la fuerte conexión durante el confinamiento con las redes sociales, estas plataformas fueron una vía más donde se incrementó el ciberbullying entre los menores de edad.